Buenos Aires, 2 diciembre (NA) — A menos de un año para el inicio del Mundial de Estados Unidos, Canadá y México 2026, la gran incógnita del planeta fútbol sigue siendo la misma: ¿jugará Lionel Messi su sexta Copa del Mundo? El capitán argentino, lejos de dar una respuesta definitiva, volvió a ofrecer señales medidas, prudentes y cargadas de realismo competitivo.
“Soy consciente de que es un Mundial, es lo más grande que hay a nivel de competencia. Estoy ilusionado, pero lo voy a llevar día a día”, remarcó Messi, dejando en claro que su deseo de estar presente sigue intacto, aunque condicionado por un factor innegociable para él: su propio rendimiento, pudo saber la Agencia Noticias Argentinas.
A diferencia de otros ciclos mundialistas, esta vez el capitán argentino se mueve en un equilibrio delicado entre ilusión y responsabilidad. No quiere generar falsas expectativas, pero tampoco quiere cerrarse puertas. Su postura se resume en una frase que repite desde hace meses: solo jugará la Copa del Mundo si siente que puede estar a la altura de lo que implica vestir la camiseta albiceleste.
Para Messi, el Mundial no es un torneo más: es el escenario máximo, el lugar donde se juegan las reputaciones deportivas y donde él mismo dejó su huella imborrable en Qatar 2022. Por eso, su exigencia personal se vuelve todavía más estricta. A los 39 años —edad con la que llegaría a la competencia— sabe que cada detalle físico será determinante para sostener su nivel.
Al mismo tiempo, su presente en Inter Miami agrega un matiz particular. El rosarino transita una liga menos exigente que las que atravesó durante su carrera, pero con un calendario que le permite dosificar cargas y evitar el desgaste constante de la competencia europea. Esa dinámica, aunque beneficiosa en lo inmediato, abre interrogantes sobre el salto de intensidad que deberá afrontar en una Copa del Mundo.
En la Selección argentina, mientras tanto, nadie lo presiona y todos lo esperan. Lionel Scaloni y su cuerpo técnico acompañan la evolución del capitán sin apuros, conscientes de que su presencia —incluso con un rol diferente— podría ser decisiva tanto en el juego como en el liderazgo emocional del grupo.
Messi, fiel a su estilo, mantiene el silencio prudente. Ni promesas ni renuncias. Solo una frase que hoy ordena su camino: “lo voy a llevar día a día”. Y así, mientras el reloj mundialista avanza, el sueño de volver a verlo en la cita máxima sigue intacto, apoyado en la misma fórmula que lo acompañó durante toda su carrera: paciencia, exigencia y una ilusión que, pese al paso del tiempo, jamás se apaga. #AgenciaNA
