Buenos Aires, 2 diciembre (NA) — El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reunió con sus principales asesores de seguridad nacional en la Oficina Oval de la Casa Blanca para evaluar los próximos pasos, incluyendo posibles ataques terrestres contra Venezuela.
Según informes de prensa, Trump fijó el viernes pasado como fecha límite para que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, renunciara al poder y abandonara el país sudamericano, rico en petróleo, con su familia, durante una conversación telefónica mantenida entre ambos el 21 de noviembre, pero Maduro se negó a cumplir, afirma el informe especial que llegó a la mesa de noticias internacionales de la Agencia Noticias Argentinas .
Durante la conversación telefónica, Maduro rechazó el ultimátum y exigió una “amnistía global” para él y los demás, según informes publicados el domingo y el lunes.Trump confirmó el domingo la conversación entre ambos líderes, declarando a la prensa: “No diría que salió bien ni mal, fue una llamada telefónica”. Fuentes informaron al Miami Herald, periódico estadounidense, que Trump envió un “mensaje directo” a Maduro durante la conversación telefónica, en medio de una creciente campaña de presión en la que la Casa Blanca intensificó la presencia militar estadounidense en el Mar Caribe desde agosto, una concentración no vista en al menos tres décadas.
“PUEDES SALVARTE A TI MISMO Y A TUS SERES QUERIDOS»
“Puedes salvarte a ti mismo y a tus seres queridos, pero debes salir del país ahora”, supuestamente le comunicó Trump, ofreciendo seguridad a Maduro y a su familia “solo si aceptaba renunciar de inmediato”. Sin embargo, Maduro supuestamente se negó a ceder el poder y, según informes, presentó sus propias demandas, incluyendo inmunidad global y la posibilidad de mantener el control del ejército si dimitía.El Miami Herald afirmó que no se produjo ningún otro contacto entre ambos líderes, aunque Maduro supuestamente solicitó una segunda llamada después de que Trump cerrara el espacio aéreo venezolano.
ANTECEDENTES
El mes pasado, Trump afirmó que no descartaría el uso de la fuerza militar en Venezuela por tierra para desmantelar lo que la administración Trump llama “narcoterroristas”. Sin embargo, los críticos cuestionan si la lucha contra el narcotráfico es realmente el único motivo estadounidense.
Washington desplegó alrededor de una docena de buques de guerra y 15.000 soldados en el mar Caribe, que comparte una parte significativa de la costa con Venezuela. Las fuerzas estadounidenses han llevado a cabo al menos 21 ataques conocidos desde el 2 de septiembre contra embarcaciones sospechosas de transportar drogas en el Caribe y el Pacífico Oriental, matando al menos a 83 personas.
El secretario de Defensa de los Estados Unidos, Pete Hegseth, sostuvo el viernes que los ataques son “legales”, tras un informe de The Washington Post que afirmaba que Hegseth ordenó al ejército “matar a todos”, lo que provocó un segundo ataque el 2 de septiembre contra un barco para asegurar que no hubiera sobrevivientes.
En sus palabras de Acción de Gracias a las tropas estadounidenses el jueves por la noche, Trump sugirió que EstadosUnidos podría “muy pronto” tomar medidas contra las redes de narcotráfico en Venezuela por tierra. “Comenzaremos a detenerlos por tierra. Además, por tierra es más fácil, pero eso comenzará muy pronto”, anunció el mandatario.
MADURO Y SUS “SECUACES”
Sin embargo, algunos analistas locales expresaron su escepticismo ante la posibilidad de que Trump realmente emprenda acciones militares. “Maduro y la mayoría de sus secuaces consideran las amenazas militares estadounidenses como un engaño”, declaró al Wall Street Journal el mes pasado una fuente vinculada a altos funcionarios venezolanos.
Michael O’Hanlon, investigador principal de la Brookings Institution, declaró a la agencia de noticias Xinhua: “Dudo mucho que Trump invada.Pero los presidentes estadounidenses a menudo se ven tentados a intentar un cambio de régimen en el extranjero cercano”.
LA OPINIÓN DE GALDERI
Christopher Galdieri, profesor de ciencias políticas en el Saint Anselm College, en el estado nororiental de New Hampshire, declaró a Xinhua que la administración Trump “no ha hecho ningún esfuerzo por convencer al país, como lo hizo la Casa Blanca (del presidente George W.) Bush durante la mayor parte del año previo a la invasión de Irak en 2003”. “El argumento del narcotráfico parece excepcionalmente endeble”, afirmó Galdieri.
Durante su campaña presidencial, Trump “se opuso a la intervención estadounidense en Oriente Medio y Ucrania, y ahora ambas situaciones continúan, mientras que podría estar añadiendo un conflicto nebuloso con Venezuela a la mezcla”, añadió Galdieri. #AgenciaNA
«DOCTRINA DONROE»
En medio de un amplio despliegue militar de Estados Unidos en torno a Venezuela bajo el argumento de la lucha contra el narcotráfico, altos funcionarios estadounidenses, entre ellos el jefe del Estado Mayor Conjunto, Dan Caine, y el secretario de Guerra, Pete Hegseth, realizaron frecuentes visitas al Caribe, lo que según medios estadounidenses apunta a consultas sobre nuevas operaciones militares en la región. Tomando acciones como el despliegue de tropas en el Caribe, la amenaza de nuevos aranceles y la autorización de operaciones encubiertas, el nuevo Gobierno de Estados Unidos implementó desde su toma de posesión una serie de medidas hacia América Latina y el Caribe, buscando coaccionar y dividir a los países de la región mediante una combinación de incentivos y castigos.
Esta política aplicada por la Administración Trump fue denominada por medios estadounidenses como la «Doctrina Donroe», la versión de Donald Trump de la conocida «Doctrina Monroe», que exponen su intención estratégica de imponer una lógica hegemónica en el orden del hemisferio occidental. Esta tendencia, vista como un retroceso en la región, profundizó el despertar de los pueblos latinoamericanos y caribeños, reforzando sus aspiraciones de rechazar la hegemonía y la injerencia externa, así como de avanzar hacia una mayor autosuficiencia.
Recientemente, Hegseth anunció la operación «Lanza del Sur», orientada, según comentó, a «expulsar a los narcoterroristas del hemisferio». En los últimos meses, Estados Unidos intensificó su despliegue militar en aguas del Caribe con el pretexto de «combatir los cárteles de la droga latinoamericanos».
LA VISIÓN DE LOS ANALISTAS INTERNACIONALES
Analistas internacionales señalan que la magnitud del operativo excede con creces lo necesario para enfrentar a lanchas de narcotraficantes y responder a otros motivos ocultos. El primero, intentar crear caos en Venezuela.
Diversos analistas y medios consideran que la actual operación estadounidense en Venezuela constituye un típico intento de cambio de régimen, disfrazado de lucha contra el narcotráfico. Washington ofreció una recompensa por la captura del presidente Nicolás Maduro, realizó maniobras militares en aguas internacionales cercanas a Venezuela y Trump afirmó haber autorizado a la Agencia Central de Inteligencia (CIA,siglas en inglés) a realizar operaciones encubiertas dentro del territorio venezolano.
Para Lyu Yang, investigador del Instituto Chino de Relaciones Internacionales Contemporáneas, Trump ya intervino en Venezuela durante su primer mandato y ahora busca nuevamente presionar al Gobierno de Maduro mediante amenazas militares y sanciones económicas, envía al mismo tiempo «señal política» a la oposición. En segundo lugar, Estados Unidos busca salvar sus propios intereses estratégicos, especialmente energéticos.
REPERCUSIÓN EN ESPAÑA
Según el diario español «La Vanguardia», en Venezuela se encuentran las mayores reservas probadas de petróleo, y el país norteamericano busca, mediante presiones militares, reforzar su influencia para proteger el dominio del dólar y su acceso a recursos clave. En tercer lugar, el despliegue busca atemorizar a otros países latinoamericanos.
ACADÉMICO VENEZOLANO
Luis Ricardo Delgado, académico de la Universidad venezolana de Carabobo, considera que Washington intenta reforzar su control regional y presionar en temas comerciales y de rutas marítimas. Varios académicos latinoamericanos advierten que el discurso antidroga de la Casa Blanca sirve como pretexto para interferir, frenar la integración regional y contener la emergencia de un orden multipolar.
DEL ESCUDO DE MONROE A LA ESPADA DE TRUMP
«Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad», escribió Simón Bolívar, héroe nacional de Venezuela y libertador de Sudamérica, en una carta al coronel Patrick Campbell el 5 de agosto de 1829. Apenas seis años antes, en 1823, el presidente estadounidense James Monroe había expuesto la teoría de «América para los americanos», dando origen a la «Doctrina Monroe», un pilar de la política exterior estadounidense.
Durante más de dos siglos, la nación norteamericana aplicó esta doctrina, considerando a América Latina su «patio trasero» y ejerciendo repetidas intervenciones con consecuencias negativas para sus pueblos. Ejemplos como el ataque a Playa Girón, destinado a derrocar al Gobierno de Fidel Castro en Cuba, la invasión a Panamá o la incursión en Granada muestran que Estados Unidos desplegó repetidamente acciones agresivas en América Latina y el Caribe.
Ignorando sus fracasos internos en la lucha contra el narcotráfico, Washington trasladó esa responsabilidad a los países latinoamericanos, usándola como pretexto para intervenir y saquear recursos mediante presiones económicas. Así, el espectro de la «Doctrina Monroe» sigue cerniéndose sobre el continente.
La actual Administración estadounidense llevó esta lógica más allá, configurando lo que los medios han llamado la «Doctrina Donroe», la versión de Donald Trump de la Doctrina Monroe. Según los medios estadounidenses, la llamada «Doctrina Donroe» presenta tres características principales. Primero, adopta una postura más agresiva hacia los países de la región. Además del despliegue militar en el Caribe, Trump militarizó la frontera con México, declarado a América Latina una «extensión del territorio estadounidense», renombró el Golfo de México como «Golfo de América», y declaró su intención de tomar el control del Canal de Panamá.
Segundo, «militarizó» aún más su política comercial. Se aplicaron aranceles elevados a países como Brasil, se suspendió la ayuda a Colombia con amenazas de sanciones, incluyó a incluir a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, intensificando aún más el embargo contra la isla caribeña. Además, la política comercial se entrelaza con cuestiones de inmigración y lucha antidroga, convirtiendo el hemisferio occidental en un «campo de pruebas» para la coerción económica, según un artículo del CSIS.
Tercero, aplicó estrategias para dividir a América Latina. Según Claudia Marín, del Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) de Cuba, la Administración Trump clasifica a los países en aliados y adversarios, castigando a los «desobedientes» mientras apoya a los proestadounidenses, sin ocultar su lógica hegemónica.
MADURO Y PETRO ENFRENTARON PRESIONES
Además de Nicolás Maduro, el presidente colombiano, Gustavo Petro, se enfrentó a presiones para mantenerse firme frente al país norteamericano. Tras los cargos penales contra el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, la Administración Trump amenazó e impuso restricciones de visado a jueces brasileños, interviniendo en la independencia judicial de Brasil.
Mientras que los Gobiernos latinoamericanos aliados de Washington recibieron incentivos financieros y apoyo estratégico. Expertos y medios estadounidenses coinciden en que Trump convirtió el escudo de la «Doctrina Monroe» en una espada para preservar la hegemonía estadounidense en declive.
Wang Peng, del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias Sociales de China, señala que estas medidas buscan reforzar el control sobre América Latina y el Caribe frente al descenso de la influencia de Estados Unidos en el hemisferio occidental.
EL JAGUAR
«No despierten al jaguar», advirtió el presidente Petro el 8 de noviembre en la ciudad colombiana Santa Marta, señalando que «si el águila dorada ataca, encontrará al jaguar despertando poderoso». La declaración del mandatario colombiano refleja la determinación de los países latinoamericanos de defender su soberanía y rechazar la hegemonía extranjera.
Durante el debate general de la 80ª sesión de la Asamblea General de la ONU celebrada en septiembre de este año, varios líderes latinoamericanos alzaron sus voces en contra de la injerencia hegemónica estadounidense. Petro condenó las operaciones militares estadounidenses en el Caribe y exigió abrirse proceso penal contra los funcionarios responsables. Mientras que el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió sobre los errores humanitarios de intervenciones pasadas.
Los pueblos de las naciones latinoamericanas también adoptaron una postura firme. En Venezuela se multiplicaron las manifestaciones contra la intimidación estadounidense y muchos ciudadanos han respondido al plan gubernamental denominado «Los Cuarteles van al Pueblo» alistándose en el Ejército o recibiendo entrenamientos y en Ecuador un referéndum rechazó el retorno de bases militares estadounidenses. La comunidad internacional también cuestionó estas operaciones.
HABLÓ MACRON
Durante una visita a México, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, subrayó la necesidad de respetar la soberanía nacional de cada país en la lucha antidrogas, y según medios estadounidenses, Reino Unido y Canadá comenzaron a distanciarse de las llamadas «operaciones antidrogas» del Ejército estadounidense en materia de intercambio de inteligencia. Asimismo, expertos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU instaron a Estados Unidos a cesar ataques ilegales y amenazas de uso de la fuerza, respetar el derecho internacional y evitar la repetición de su prolongada historia de intervenciones en América Latina.
En las recientes cumbres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), los líderes latinoamericanos insistieron en fortalecer la integración regional frente a la injerencia externa. Cuando Estados Unidos excluyó a Cuba, Nicaragua y Venezuela de la IX Cumbre de las Américas, varios países rechazaron asistir al evento, enviando un mensaje conjunto contra la hegemonía estadounidense.
Expertos como Diana Gómez, de la Universidad Nacional de Colombia, destacan que América Latina avanza hacia una identidad política basada en dignidad, justicia social y autonomía, construyendo una región más unida y capaz de definir su propio destino. Mientras, Luis Ricardo Delgado reafirmó que la solidaridad y autosuficiencia de los países del Sur Global se consolidan como una tendencia histórica imparable.
Los analistas latinoamericanos sostienen que, con los profundos cambios en el panorama mundial y el ascenso colectivo del Sur Global, América Latina ya no es lo que era. Estados Unidos debe reconocer que la era colonial e imperial han quedado atrás hace mucho tiempo.
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